miércoles, 21 de marzo de 2012

REPORTAJE DE INTERECONOMIA SOBRE EL CONFLICTO DE ORIENTE MEDIO



El mundo espera el comienzo de la guerra más anunciada de la historia. Israel parece dispuesto, EEUU piensa en las urnas e Irán continúa imparable con su programa nuclear.

Irán niega estar detrás de los atentados contra EE UU e Israel

Nunca a lo largo de la historia una guerra había sido anunciada con tanta anticipación. Un conflicto del que todos hablan pero en el que nadie parece estar dispuesto a dar el primer paso. Dos son los actores principales, Israel e Irán, pero muchos pueden ser los secundarios y no por ello menos afectados. Todos llaman a la calma –Estados Unidos no quiere otro fracaso como el vivido en Afganistán o Irak y los intereses económicos de China le impiden apoyar con todas sus fuerzas al amigo persa– y, mientras, los titanes ultiman sus preparativos para un ataque que, cada 15 días desde el pasado verano, parece inminente.


En dos días empieza la primavera, momento en el que comenzaría la ofensiva para frenar a un Irán con aspiraciones nucleares, según el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta. Pero Tel Aviv sabe que no puede hacerlo solo, que sus capacidades militares no conseguirían acabar con unas centrales nucleares temidas por la comunidad internacional. El apoyo norteamericano es crucial y la presión de Israel es constante.


“Estados Unidos siempre le cubrirá las espaldas a Israel”. Eso es todo lo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pudo sacar del presidente Barack Obama. No logró que el líder demócrata amenazase a los ayatolás con un ataque si no aceptan las condiciones de Occidente, pero se conforman y confían en las declaraciones del norteamericano.


Israel parece, a priori, dispuesto a sacar los misiles. “El programa nuclear iraní debe ser frenado”, porque, dijo Netanyahu ante el Comité de Asuntos Públicos Americano Israelí (AIPAC) nada más finalizar su encuentro con el demócrata, “si camina como un pato, si habla como un pato... es un pato. Este es un pato nuclear”. “Ahora tenemos un estado propio y yo no voy a dejar que mi pueblo viva a la sombra de la aniquilación”, sentenció.

Pero tanto la Unión Europea como Estados Unidos prefieren dejar la puerta del diálogo abierta antes de sacar los tanques; unos por la crítica crisis económica –un conflicto supondría una subida más que notable en el precio del petróleo que superaría los 250 dólares por barril– y otros por lo cerca que están de las elecciones. “Todavía hay una oportunidad de solución diplomática de este conflicto”, aseguraba Obama. La presión continuará: en dos semanas, el jefe de Estado Mayor israelí irá a Washignton para una reunión “intensa”.


En el otro bando, un Irán ahogado por las sanciones internacionales no piensa dejarse amedrentar por su gran enemigo: “Actuaremos sin esperar a que ellos actúen”, dijo, en los últimos días, amenazante, el subcomandante del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Irán, Mohammad Hejazi. “Si nuestros enemigos ponen en peligro nuestros intereses nacionales, atacaremos”, puntualizaba.


Y es que para el régimen islámico, su programa nuclear no es negociable. “Con la ayuda de Dios y sin poner atención a la propaganda, el curso nuclear de Irán continuará con firmeza y seriedad [...]. Las presiones, sanciones y asesinatos no darán fruto. Ningún obstáculo podrá detener el trabajo nuclear de Irán”, decía el líder supremo, el ayatolá Jamenei, después de que la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) declarara el fracaso de las conversaciones con Irán tras la última visita de sus observadores a Teherán.

Las sospechas hacia el régimen de los ayatolás no son nuevas. En febrero de 2003 el por entonces presidente Mohamed Jatamí aseguraba que Irán produciría su propio combustible nuclear; es en ese momento cuando las dudas comenzaron a surgir en el seno de la OIEA. Pero fue el pasado 8 de noviembre cuando la organización, dependiente de la ONU, dio el golpe definitivo: “Las dimensiones militares del programa nuclear iraní son creíbles”. Claro y contundente; Teherán busca la bomba.


Un punto de no retorno que se ha materializado en constantes maniobras militares, movimientos de buques, sanciones económicas, filtraciones, ataques a Embajadas y, en definitiva, un ambiente prebélico que no acaba de estallar.

Ormuz, el as del régimen

El régimen de los ayatolás no tardó en poner sobre la mesa su as, amenazando con el cierre del estrecho de Ormuz, una de las principales rutas de transporte de petróleo del mundo. Las amenazas le han salido muy caras: la Unión Europea aprobó el embargo del petróleo iraní mientras Japón, China e India –principales compradores de crudo iraní– anunciaron una reducción en las importaciones de petróleo. Todo esto reduce a la mitad los ingresos diarios de Teherán, provocando una crisis en el país sin precedentes. Una crisis que puede llegar a estallarle en la cara a Occidente, pues un Irán asfixiado y sin salida podría dar el primer paso y cumplir sus amenazas.


Las sanciones económicas no parecen afectar, ni mucho menos, al programa nuclear de los ayatolás. El pasado febrero, el presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, desafiaba a Occidente con la presentación de centrifugadoras de nueva generación capaces de enriquecer uranio tres veces más rápido y el desarrollo de su propio combustible nuclear. Israel no tardó en reaccionar: “Están describiendo una situación mejor y más avanzada de lo que es en realidad con el objetivo de crear la sensación entre todas las partes implicadas de que se ha llegado a un punto de no retorno, lo cual no es cierto”, aseguraba el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak.


No piensa lo mismo la OIEA, que, basándose en unas imágenes obtenidas por satélite, alertaba “muy preocupada” de que el régimen podría haber instalado en la central de Parchin una “cámara de explosión” para el desarrollo de una bomba nuclear.


Estos anuncios, sin embargo, no suponen el final de las negociaciones. Por lo menos esas son las intenciones de Teherán, que reitera constantemente su disposición a reanudar las negociaciones con el Grupo 5+1, compuesto por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y Alemania y que aseguraba a principios de este mes que permitiría la entrada de observadores a la central de Parchin. Un gesto que, según muchos analistas, responde a la necesidad del régimen de los ayatolás de ganar tiempo para avanzar en la búsqueda de la bomba atómica.


“En estos momentos, Irán está sintiendo la presión de las sanciones económicas y podría tratar de evadir esa presión al aceptar entrar en negociaciones”, decía Netanyahu. “Podrían buscar o aprovechar las conversaciones como lo han hecho en el pasado para engañar y demorar la acción internacional, de forma que puedan seguir avanzando su programa nuclear y llegar a la meta nuclear al dejar correr el reloj”.


Aunque las sanciones económicas parecen no afectar a su programa nuclear, Irán se encuentra en este momento asfixiado por una crisis económica sin precedentes. “Los precios de los alimentos se disparan, la moneda ha perdido más de la mitad de su valor; la gente comienza a padecer la crisis y esto podría desestabilizar a los ayatolás”, asegura a ÉPOCA Firouz Mahvi, miembro del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI) –organización opositora en el exilio–. “La incógnita es si Irán no lanzará el ataque temeroso de que su régimen se desmorone al verse ahogado por esta crisis”, apunta.


“Este ataque sería un suicidio”, señala Mahvi, “Irán no tiene capacidad para enfrentarse a Estados Unidos y a Israel y, aunque podría resistir, las sanciones económicas han dañado su economía y no podría aguantar por mucho tiempo”. Eso sí, este opositor en el exilio advierte: “La primera medida de los ayatolás sería cerrar Ormuz; no hay duda”.

Preparando el ataque


Y mientras continúa el cruce de acusaciones, las especulaciones sobre cómo se realizaría el ataque se suceden. La opción más realista apunta a un ataque aéreo contra las instalaciones nucleares. Una operación que no parece, a priori, sencilla para Tel Aviv. La distancia y la multiplicidad de objetivos y su naturaleza aumentan la dificultad de la ofensiva. Las bases israelíes se sitúan a una distancia de entre 1.500 y 1.800 kilómetros de los objetivos, lo que obliga a los aviones a reabastecerse en el trayecto.


“Los aviones no necesitan sólo entrar y salir del espacio aéreo iraní; necesitan tener suficiente combustible para disponer de tiempo sobre sus objetivos y para cubrir cualquier contingencia; la recarga aire-aire será crítica”, aseguraba a la BBC Douglas Barrie, experto militar aeroespacial del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS por sus siglas en inglés).


Es la naturaleza de los objetivos la mayor dificultad para Israel y sus aliados. Las instalaciones de enriquecimiento en Natanz son subterráneas y la nueva planta de Fordo está enterrada en profundidad en la ladera de una montaña. Aquí entra en juego la inteligencia militar, pues es necesario conocer con precisión la geografía del lugar, su geología, la naturaleza de la tierra y los detalles del diseño y construcción del objetivo para que el ataque sea efectivo. El pasado 8 de diciembre Irán anunciaba que había derribado un avión no tripulado de Estados Unidos que sobrevolaba su territorio. De ser verdad –Washington aseguraba que no estaba sobrevolando el espacio persa–, esto demostraría la búsqueda de información de cara a un posible conflicto.



Tampoco será fácil disponer de la munición adecuada. El arma principal de la que dispone Israel y que podría acabar con estas instalaciones subterráneas es el GBU-28, de 2.268 kilos, guiada con láser, con una ojiva penetrante y provista por EE UU. Pero esta se encuentra con factores operacionales clave que lo obstaculizarían. El F-15I –única plataforma que puede transportarlo– sólo puede trasladar una bomba, lo que obligaría a utilizar una fuerza de ataque considerable, incluyendo cisternas y otros equipos de respaldo que Israel no tiene en gran número.



“Israel no tiene la cantidad de fuerzas y no tendrá la libertad de operar que se necesita para destruir el complejo nuclear iraní”, aseguraba a la BBC Robert Hewson, editor de Armas lanzadas desde el aire, de la publicación especializada IHS Jane’s. “Si Irán entierra todo a gran profundidad, sobrevivirá lo suficiente. Cualquier ataque israelí sólo puede dañar y posiblemente ni siquiera ralentice el esfuerzo iraní”, apuntaba.




Los contras de Israel



El futuro ataque no llegaría tampoco en un momento perfecto para Israel, a pesar de su insistencia. Netanyahu está a menos de un año de las elecciones y podría tener problemas para justificar esta operación. Su Gobierno es inestable y las encuestas no le son favorables. Incluso el propio presidente Simon Peres ha dicho que Obama no se puede comprometer más con Israel de lo que ha hecho y llama a la calma. A esto se suma el déficit en Defensa –3.700 millones de dólares– que debe estar liquidado antes de un ataque ya que afecta, sobre todo, a los sistemas antimisiles claves.




Por otra parte, el Gobierno israelí se encuentra con una opinión pública más preocupada por sus problemas económicos internos –subida de precios, recortes en educación, etcétera– y sería complicado convencerles de que el elevado gasto de atacar Irán tenga sus beneficios. Además, temen que atacar a los ayatolás suponga a la vez una lluvia de cohetes desde Gaza y Líbano.
Las amenazas continúan mientras los actores analizan lo conveniente de una guerra de consecuencias impredecibles en la región.

4 comentarios:

  1. yo creo que no deberia meterse de por medio la otan si al final israel ataca a iran, no me gustaria ver a españa en una guerra por la cabezonada de un judio,por mi que iran aplaste a isarel haber si de una vez se les quitan las ganas de ser el pais mas poderoso del mundo y las ganas de poder absoluto que quieren tener

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  2. segun e visto poray, esto podria empezar por julio-agosto que es cuando terminan los contratos que tiene Europa con las compañias petroliferas iranies, el ultimo contrato fue solo de 6 meses cuando lo normas son unos 2 años.

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  3. Pedid por la paz en Jerusalen... Dios bendiga a Israel.

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  4. Solo creo en Dios los judios lo traicionaron y mataron. Pero Dios en su palabra los eligio como pueblo de el a pesar que son traicioneros y avaros. La palabra de Dios se cumplira ha llegado la hora del nuevo orden mundial y de ahi a la guerra final. Oren todos

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